Móvil para que los ciegos ‘lean’ prospectos de medicamentos

(Artigo en castelán)
J. M. Blanco (Salamanca, martes 25/05/2010).

Paracetamol. 650 miligramos. 40 comprimidos. Se utiliza para el tratamiento sintomático del dolor de intensidad leve o moderada. Dosis máxima tres comprimidos al día. Fecha de caducidad, julio de 2011

Esa sería la información que una persona invidente escucharía en su teléfono móvil al acercarlo a la caja de medicamentos que tiene en su mesilla de noche. Algo posible gracias a la iniciativa de un grupo de alumnos del Club de Innovación de la Universidad Pontificia que, utilizando la tecnología NFC, ha creado el programa PharmaFábula.

El funcionamiento de este programa es sencillo. La persona invidente tiene que tener un teléfono móvil con cámara de fotos o con tecnología NFC (Near Field Communication) que, pese a ser relativamente nueva, ya se encuentra en muchos de los dispositivos que Nokia o Samsumg venden en la actualidad y cuyo funcionamiento es similar al bluetooth.

En la oficina de farmacia donde adquiera el medicamento, el farmacéutico sacará una etiqueta identificativa de ese fármaco concreto y en el ordenador puede añadir la información que considere pertinente a la misma, puesto que el archivo se guardará en un servidor. Esa acción permite personalizar el medicamento, así como su posología. Dicho archivo será enviado al teléfono móvil y, cada vez que el usuario acerque el dispositivo a la caja, el aparato reconocerá la etiqueta identificativa y reproducirá la información almacenada en el archivo sonoro.

Pé de media (e descrición alternativa): Un vídeo no que se describe o proxecto e a noticia asociada.

El potencial de esta tecnología, que puede ser utilizada por otros colectivos como las personas mayores, es tan grande, que sirve para más utilidades en las que ya trabaja la Pontificia.

La idea original fue de Fernando Fernández Fidalgo, quien el año pasado fue designado uno de los 100 talentos europeos en el Foro de Emprendedores 2009, que promueve el Comité de las Regiones de la Unión Europea y del Programa Youth in Action de la Dirección General para la Educación y Cultura de la Comisión Europea. Sin embargo, en el desarrollo también ha intervenido José María Pérez Ramos, y han contado con el apoyo de la profesora Montserrat Sánchez y el ingeniero del CPD de la Universidad Pontificia, Juan Agustín Fraile Nieto.

Ellos forman parte del Club de Innovación que tiene la Universidad Pontificia desde hace 5 años. Esta iniciativa permite a los alumnos desarrollar un proyecto durante el curso académico y obtener una formación más exhaustiva en las tecnologías que utilizan mientras estudian la carrera. A cambio, deben comprometerse a desarrollar su proyecto, trabajando en grupo y bajo la supervisión de un tutor, en nueve meses.

PharmaFabula permite la identificación de cualquier medicamento puesto que puede asociar un archivo de audio a cada caja, con la opción de que sea muy personalizada para cada paciente, explica Miguel Ángel Sánchez, director del proyecto.

Para personalizar el medicamento, el farmacéutico puede utilizar la aplicación FabulaWriter para escribir la descripción de la medicina y enviarlo a FabulaServer, que convierte el texto a voz y lo guarda. A continuación, calcula el ID associtated a la medicina, la imprime y se coloca en la caja, normalmente junto al código de barras.

Cuando el usuario invidente utiliza el móvil para leer la etiqueta, bien sea en la farmacia o en su casa, el aparato se conecta utilizando la tecnología 3G o el wifi con FabulaServer y se descarga el archivo multimedia asociado a esa medicina, con los datos personalizados.

Además, para las personas que no tengan un teléfono con tecnología NFC, también sirve una etiqueta bidimensional, que puede ser leída por la cámara de fotos de cualquier teléfono móvil, y cuyo funcionamiento es idéntico. El único problema para utilizar este sistema es que aumenta la dificultad para las personas invidentes a la hora de tener que enfocar con la cámara directamente a toda la pegatina bidimensional.

Tenemos un producto de mucha utilidad, creado con tecnología que se encuentra con facilidad, barato y muy práctico, explica el director de un proyecto que en los próximos meses será sometido a una experiencia piloto en distintas farmacias de Salamanca, gracias al interés del Colegio de Farmacéuticos y la ONCE.

El primer paso de este grupo de trabajo consistirá en seleccionar la información de los prospectos que llevan todas las medicinas que se quiere dar al usuario invidente y centralizarla en una página web para facilitar su uso. De esta forma, se obtendrán datos reales de su funcionamiento y del coste de su implantación.

Los creadores de PharmaFabula creen que la iniciativa también supone un valor añadido para las oficinas de farmacia que lo implanten, puesto que es una tecnología para personas invidentes pero también para los mayores que puedan tener alguna dificultad, asegura el director del proyecto Miguel Ángel Sánchez.

Desde ese punto de vista, siempre es más cómodo oír un archivo de audio que leer la letra diminuta de un prospecto, con demasiada información especializada. Las farmacias que se incorporen tendrán una ventaja en un mercado competitivo sobre las que no lo hagan, afirma su responsable. Por otra parte, la implantación en serie de las etiquetas inteligentes por parte de la industria farmacéutica conllevaría una reducción muy importante de costes, aunque eliminaría la fase de personalización del medicamento. Además, en estos momentos en los que se está trabajando con muchos medicamentos genéricos, aquellas que lo implanten, tendrán un distintivo sobre las que no lo utilicen. El coste sería de céntimos para una diferenciación en el mercado muy importante, explica el director del proyecto.

El desarrollo de PharmaFábula, cuyo coste no ha superado los 60.000 euros, es una realidad. Fernando Sánchez-Guijo es el jefe de servicios sociales de la ONCE en Salamanca y ya ha probado el funcionamiento de PharmaFabula. Considera que esta aplicación supone para los invidentes la eliminación de una barrera más, que es extrapolable a otros colectivos como las personas mayores, o con vista cansada. Facilita el acceso a los medicamentos y a la información verdaderamente importante, como la posología, la fecha de caducidad, el modo de toma, de conservación, de manera muy rápida y ágil, a un coste ínfimo, indica. Fernando Sánchez-Guijo reconoce que pese a contar con la tecnología, estos procesos son largos y tediosos porque se depende de la financiación.

El trabajo de la Pontificia ha contado con el respaldo de los técnicos del CIDAT de la ONCE y de la sede administrativa en Salamanca. Tenemos un producto competitivo, factible, que no conlleva ningún coste y que soluciona de forma muy sencilla un problema, asegura Sánchez-Guijo.

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